viernes, 5 de noviembre de 2010

A Juan Belmonte...

Se torea como se es, el dia que se torea crece la barba, pidele a Dios que no te salga, nunca, un toro bueno, hay "pá tó" etc...
Rotundo, genial, con personalidad, irrepetible, grandioso, la mitad de la Edad De Oro del Toreo inspiró a poétas, pintores, intelectos pero sobre todo esto y mucho más y lo que no recuerdo o no sé, Juan Belmonte fué torero.
Pienso, en el toreo de Belmonte, diferente por necesidad. Si hasta entonces el toreo era lidiar, siempre sobre los piés evitando las intespectivas acometidas del animal, girando alrededor de él, justo lo contrario de nuestros dias. Juan era torpe de movimiento, desgarbado en sus andares y despacioso en todo aquello que hacia. Y ocurrió que Juan, se paró, se quedó quieto con un trozo de arapo en las manos. Vestia un terno muy acorde para la época y el lugar de los hechos.
Gorra campera ancha, caida hacia la derecha, grande y enterrada hasta tapar media oreja.
Flequillo descompuesto y gesto de ansidad, miedo y gallardia.
Camisa, que fué blanca, unas horas antes. Desaliñada, media por fuera del pantalón y la otra media por dentro. Con mil arrugas a la altura de la ingle izquierda, como de habersela recogido con la mano, y luego cerrando el puño, meterla por dentro del pantalón de forma brusca y apresurada.
Pantalón remendado por mil sitios, como si cicatrices de cornadas fueran, atado a la cintura por una cuerda a modo de fajín y remangado hasta las pantorrillas. Completaban el terno dos "alpargatas" de esparto vencidas de tanto usarlas, que se salian solas en cuanto se apresuraba el paso.
El sitio era tablada, lagunas, mujidos, estrellas y una luna, que como un faról, daba luz desde la marisma hasta este coso de ensueño.
Una vaca en la rectitud de la suerte, Juan la oye primero, muje, y respira con fuerza. Juán acorta terreno, avanza, siempre en rectitud, la vaca levanta la cara de manera desafiante, Juán se acerca todavia más. El animal se ve obligado a embestir, Belmonte ha entrado dentro de sus limites. Con furia galopa hacia el muchacho, que solo ve dos pitones blancos, como dos puñales de nacar. La respiración de ambos se acelera de forma escalofriante, Juán la ve venir, mueve el trapo, se queda quieto, muy quieto. Levanta un poco los talones del suelo, alarga ambos brazos hacia el lado izquierdo, le cambia el "viaje" justo en el embroque y le dá salida, vaciando la embestida hacia detrás. Girando la cintura y reliandose el trapo a la misma. La vaca dibuja una circunsferencia en su recorrido.
En Tablada, nació la primera gran media veronica.
Mayo, 2005